Sangre, sudor y lagrimas (ademas de una pequeña ulcera), ha sido el precio para hacer medrar a este hijo tonto, pero como a todo hijo tonto se le quiere mas verlo alcanzar un puerto decente produce una lagrimita.
Lo que me pesa en la conciencia es ver los defectos flagrantes para mi y no haber logrado el perfecto resultado deseado, ahora claro solo queda el feedback.